Begoña Callejón es una de las poetas más interesantes y excitantes del actual panorama de nuestro país. No ya únicamente por sus poemarios sino por su pensamiento. Aquí dejo la comunicación mantenida con ella. Leed y disfrutad.
Me
gusta comenzar preguntando ¿Quién o qué NO es Begoña Callejón?
Solemos definirnos por
aquello que nos caracteriza, incluso psicológicamente esto se vuelve una
necesidad; por eso, enfrentarnos a aquello que no somos ocasiona una
especie de vértigo. Sería algo así como situarte en la cuerda floja. Nos vuelve
aún más vulnerables. Por eso Begoña Callejón no es agua sino aire, elemento que
no se puede palpar. Tampoco es memoria porque siempre se le escapan los
recuerdos de su cabeza; por lo que nunca sería abeja. Y no es papel, es lápiz;
no se deja hacer, dibujar. Una vez fue Alejandra Pizarnik, incluso algunas
personas la llamaron así, pero no, no, hace tiempo que salió de allí; del
encierro blanco. En ocasiones deja de lado la esperanza, para agarrarse al
dolor, pero solo a veces; por lo que en ningún momento la atrapa el guepardo. Tal
vez, en algún momento, creyó que dejaba de ser humana. Quizá por este motivo no
es relato sino poema. Begoña Callejón no es pasividad o conformismo ya que es o
trata de ser lenguaje. A menudo le echa un pulso a la seriedad a pesar de no
llevarse bien con la ironía. Begoña Callejón no es rigidez porque prefiere
lanzarse desde el acantilado. No es pez, es halcón, prefiere la caza. Nunca fue
Francesca Woodman aunque lo intentó alguna vez, pero esas veces como tantas
otras se quedó estancada mirando a la niña de Stalker. A los vasos. A la
posibilidad de.
¿Dices
que una vez fuiste Alejandra Pizarnik? Ahora mismo no recuerdo qué famoso
escritor dijo que él quería ser Melmoth, el ominoso personaje central de la
novela de Maturin. No ser "como" Melmoth sino "ser"
Melmoth. ¿Hasta qué punto tenemos que ser primero el pretendido doppelgänger de
otros, el doble fantasmal que únicamente se cruza con el original sino en una
situación ficticia, para poder llegar a ser nosotros mismos? ¿No podemos
escapar del concepto original de persona como máscara?
Primero te tienes que sentir «como»
para luego «ser». Recuerdo cuando en mi adolescencia me aproximé a la poesía de
Alejandra, deseaba ser como ella, escribir como ella; después todo fue pasando,
fue transformándose. En una ocasión, mientras duró uno de tantos encierros
blancos, decidí cambiarme el nombre porque allí nadie me conocía, nadie
sabía como me llamaba. Decidí ser Alejandra. Y claro, se produce una
disociación extraña y curiosa, algo así como una excitación desconocida. Y en
esos momentos, Begoña no llevaba una máscara, Begoña era Alejandra. Supongo que
sí, que es posible. Pero esto solo se puede dar bajo unas circunstancias y unas
condiciones muy concretas. En nuestro día a día, en lo rutinario, sí creo que
llevemos máscaras de protección. Las personas no se muestran como son y no digo
con esto que lo considere algo negativo. Simplemente somos diferentes actores
dentro de una gran obra. Hay muchos doppelgänger en nosotros. Y me alegro. Existen
muchas Begoñas, dependiendo de con quién se relacione o dependiendo de las
circunstancias. Aún así nadie llega a conocernos. Y esto no es virulento. No es
necesario controlar todo aquello que nos rodea. La libertad que nos proporciona
el desconocimiento siempre es sublime. Nos convertimos en un conjunto de
garabatos. Somos como viajeros en la larga noche atravesando el infierno
musical. Esto es algo adaptativo. Hoy en día pienso que es un halago que te
digan: «es difícil llegar a conocerte» porque eso significa que sigues siendo
un misterio para esa persona y, por lo tanto, la comunicación futura siempre va
a ser más fluida.
En
una conversación con el escritor y filósofo Colin Wilson, Robert Graves le dijo
a aquel que el poeta debía escribir en la quinta dimensión. Wilson no entendió
a qué se refería Graves. Más tarde lo supo: esa quinta dimensión era la
libertad. ¿Cuál es, para ti, esa libertad en la que debe desenvolverse el
poeta?
La libertad es una
palabra inabarcable. Por lo tanto, pienso que el poeta puede sumergirse en ella
y salir a la superficie cuantas veces quiera. La pregunta sería: ¿la libertad
tiene límites? Pienso que la poesía y por lo tanto los poetas pueden adentrarse
en el lenguaje de la forma en la que se sientan más cómodos y no deberíamos ser
los propios poetas los que pusiésemos grilletes a esto. De todas formas, no
pretendo decir con esta idea que el propio concepto de poema deba desgastarse,
darle un mal uso; ya que entonces deja de ser poema para convertirse en algo
completamente distinto. La libertad en la que debe desenvolverse el poeta debe
ser entendida como cuando miras una obra de Anselm Kiefer, donde las formas, el
color o las texturas dejan paso a la imaginación y a una nueva creación. En mi
caso encuentro la libertad cuando contemplo otras obras, ya sean literarias, musicales
o pictóricas. Dentro del mundo poético me basta con leer a Sylvia Plath,
Alejandra Pizarnik, Chantal Maillard, Ted Hughes, Sharon Olds, Rainer Maria
Rilke, Joyce Mansour o Georg Trakl entre otros para sentir esa emoción
necesaria y previa a la escritura. Para mí la libertad en la poesía está en la
propia palabra. Hay que dejarla respirar, expandirse, jugar con ella. Pero una
libertad con crecimiento. Pienso que de alguna manera deben ir cogidas de la
mano. Me imagino una gran escalera de caracol donde con cada poema que escribes
subes un escalón pero que sabes que no te vas a marear conforme vas avanzando
porque puedes agarrarte en cualquier momento a la barandilla que tienes a tu
derecha. Poder tomar aire sin sentir ese miedo a la caída también es libertad.
Silvia Plath, Alejandra
Pizarnik, Chantal Maillard, Ted Hughes, Georg Trakl... Nombres dorados de la poesía del
siglo XX y XXI, pero también todos ellos heridos por una causa u otra, por un
trauma o la adicción, el dolor que nunca cesa sino en el suicidio como Plath y
Pizarnik o quizás Trakl ¿Es la extrema sensibilidad un sinónimo de desastre?
¿Puede uno o una ser libre únicamente para caer?
¿La extrema sensibilidad es sinónimo de desastre? Es complicado. Si
observamos la vida que acompaña a estos creadores y en consecuencia a su obra,
podríamos decir que sí. Aunque no es una regla que se manifieste en todos los
casos. A nivel psicológico podemos decir que poseer una extrema sensibilidad
nos va a hacer más vulnerables y de ahí a que estemos más cerca del desastre
hay un paso; aunque puede haber personas con una gran sensibilidad que se vean
fortalecidas por otros aspectos de su vida que le impidan caer. A nivel
personal puedo decir que, a pesar de tener esa sensibilidad de la que hablamos,
debido a una serie de experiencias que he tenido a lo largo de mi vida, me he
hecho más resistente a la lluvia. Mis cortocircuitos se han visto mejorados.
Pero sí, la sensibilidad o la capacidad de descubrir la belleza donde otros ya
han mirado y no han visto nada es necesaria a la hora de escribir. Plath,
Pizarnik y Trakl son referentes para mi. Creo que la libertad para caer depende
del momento de tu vida. Yo he caído varias veces, pero me he levantado. Quizá
lo que impide que esa libertad de la que hablas sea completa es la culpa. Con
unas circunstancias o con unas personas determinadas te sientes más culpable
que con otras a la hora de tomar una decisión tan determinante, de todas
formas, si vemos el caso de estos tres creadores nos damos cuenta de algo:
cuando realmente te encuentras abatido y deprimido, la libertad es plena. No
puedes soportar el sufrimiento y decides ponerle fin. Plath, Trakl y Pizarnik
se suicidaron de diferentes formas y por diferentes causas. En ellos latía un
éxtasis musical, una angustia o melancolía que se veía reforzada por sus
pensamientos más oscuros y tenebrosos. Creo, sinceramente, que tenemos más
libertad de la que pensamos.
En
sus estudios sobre la Facultad X, el escritor y filósofo británico Colin Wilson
acuñó la expresión peak experience (experiencia
cumbre, en español) para referirse al momento en que un repentino sentimiento
de bienestar y sensibilidad superior se apodera de la gente; entonces, todo, lo
exterior y lo interior, toma otro significado, parece revelado a nuestra
comprensión y las cosas parecen tener menos importancia o una importancia leve,
volátil. Desgraciadamente, esas experiencias cumbre son escasas y nos dejamos
dominar por la insoportable gravedad de aquello pesado, fangoso y oscuro que
elegimos dotar de una importancia irreal, introduciéndonos en un bucle del que
es difícil salir si uno no sabe cómo o qué le está sucediendo. Colin Wilson
sabía sobre este problema de la autorrealización. Su primer libro, "The
Outsider", fue un estudio de la trayectoria autodestructiva de muchos
tipos artísticos confusos que habían buscado afanosamente una salida para su
dinamismo interior en una sociedad que no podía acomodarlos adecuadamente: Van
Gogh, Nijinsky, Nietzsche, William Blake, Dostoyevsky o Georges Gurdjieff
fueron todos ejemplos de talentos intensos que implosionaron. La lista podría
ampliarse perfectamente con los nombres citados antes ¿Es el creador, el poeta
un inadaptado? ¿Dónde crees que reside su "fallo", entendido este
como esa inadaptación o insatisfacción de un mundo que se afanan en explicar
pero no pueden aprehender? ¿Te sientes afín a ese sentimiento?
Creo que el poeta es un inadaptado porque todos los seres humanos somos
seres inadaptados. A este nivel no creo que seamos tan diferentes. Unas
personas tienen traumas, otras desfallecen con facilidad y otras, simplemente
tienen taras que le hacen ver el mundo con filtros un poco más borrosos. De los
autores que mencionas me quedo con más cariño con Nietzsche y Dostoyevsky. Dos
autores atormentados que nos dejaron escritos que van más allá de lo sublime. Curiosamente
a estos dos autores recuerdo que comencé a leerlos con diecisiete años y
cambiaron mi forma de ver el mundo. Sin embargo, Van Gogh, a pesar de ser
pintor, se asemeja más a mi personalidad, esa bipolaridad subyacente, esos
impulsos ansiosos. Donde convive la libertad y el miedo por igual. Entiendo su
pintura como latigazos de color en un mundo que aún tiembla. En mi caso, se
podría decir que, a pesar de ser una persona positiva, sí decido coger el
camino de la destrucción en un momento determinado: tiemblan los cimientos bajo
mis pies. Sí diré que el arte yo solo puedo vivirlo la mayoría de las veces
desde los extremos. Lo que no quiere decir que sea el único camino. Me gusta
estudiar y leer a este tipo de creadores porque veo un reflejo, y eso, en vez
de provocarme miedo me produce satisfacción. Respecto a la experiencia
cumbre de Colin Wilson decir que ciertamente esta se produce muy pocas
veces. Tal vez pasar de ese supuesto estado casi maníaco o visionario a un
estado eutímico o con tintes depresivos, sea lo que puede verse plasmado en
algunos de mis poemas. Escribir sería algo así como reencontrarte contigo
mismo. Enfrentarte a esos deseos antes de que tomen forma de pensamiento,
sentimiento o emoción.
En
su famoso poema "Poeta negro", Antonin Artaud decía que "un seno
de doncella te obsesiona". JG Ballard decía que había que
"alimentar" las propias obsesiones. ¿Qué te obsesiona a ti? ¿Cuáles
son los temas de tu poesía?
Estoy de acuerdo con lo
que dijo Ballard de que de alguna manera hay que alimentar a las propias
obsesiones, supongo que de alguna u otra manera eso es lo que nos da forma a
los poetas. No podemos escribir otros temas diferentes a los nuestros, a los
propios; ya que si lo hacemos dejamos de ser nosotros mismos. Por eso nunca he
entendido cuando me dicen: “¿cuándo escribirás algo más alegre?”. Mis
obsesiones en los poemas suelen ser aquellos relacionados con el estado de
ánimo, trato de reflejar la angustia o soledad de nuestros días. Y el que cuenta
o habla a través del poema puede ser un demente, una niña o la propia
naturaleza. Esto me resulta indiferente ya que lo que trato de hacer es mostrar
cómo en la mayoría de los momentos estamos perdidos, ya sea a través de
fantasmas del pasado o por nuestras propias rutinas diarias. Me gusta darle voz
tanto a un insecto como a un depresivo. Lo que es fundamental es poder
empatizar con todo aquello que nos rodea. Antonin Artaud también dijo: “allí
donde otros exponen su obra yo solo pretendo mostrar mi espíritu” y pienso que
en mi caso es también así. Pese a que en el poema existen elementos ajenos a ti
también hay inevitablemente una fuerte carga emotiva. En las palabras que
forman el poema yacen tus propias experiencias y de esto, como de tantas otras
cosas, no se puede huir.
Rimbaud
escribió: "Yo soy otro". Se ha escrito largo y tendido sobre el posible
significado de ese lema. Podríamos pensar que significa que el poeta está
poseído por algo otro que le fuerza al mundo de la imaginación o bien que el
poeta trata habitar la circunstancia del Otro. Tú dices no poder escribir otros
temas a los propios porque dejarías de ser tú misma pero luego dices que quien
habla a través del poema puede ser "un demente, una niña o la propia
naturaleza" ¿Cuánto de tu espíritu, siguiendo el postulado de Artaud, se
expone en el poema a través de la voz de otros y de qué modo lo integras no ya
en tu escritura sino en aquello que eres como persona? Espero no ser demasiado
críptico.
La otredad básicamente nos hace percibir al otro como alguien diferente,
ajeno a uno mismo. La psicología, la antropología o la sociología han utilizado
este concepto a lo largo del tiempo. No podemos percibir esto con un matiz
negativo, porque no lo pretende en ningún momento; supongo que para Rimbaud la
existencia de los llamados diferentes nos hace ser conscientes de
nosotros mismos. De todas formas, no pienso que exista una contradicción entre
las ideas. Tenemos la necesidad de escribir sobre nuestros propios temas u
obsesiones y a la vez podemos darle voz a alguien (un demente, niña o la propia
naturaleza) que no somos nosotros mismos para que hable a través del poema. Ya
que al hacerlo nos posicionamos, marcamos un lugar, una localización. Escribir
sobre lo que pueda sentir una libélula o una mosca va a hacer que se entiendan
mejor mis emociones. Y en el fondo, esa otredad no existe pura como tal, existe
para definirnos, pero no somos tan distintos unos de otros; habitamos en una
tela de araña común. Es verdad que no existe el poema y Begoña como tal, por
separado; ambos conceptos están comunicados, beben uno del otro. Como persona
soy parecida a mis poemas, quizá me exprese con otras palabras y otras
cursivas, pero en esencia se puede decir que forman parte de mí. No se trata de
ser la costilla de nadie, se trata de moldearte a través de lo que escribes; es
un crecimiento a la par, continuo. Y solitario. Pero, ¿es que no tenemos algo
de ese demente que no trata de entender en ningún momento lo que le sucede?, ¿o
de esa niña que añora ser adulta y cuando es adulta se arrepiente de lo que
había deseado?, o una planta, un árbol, ¿quién no ha pensado en la posibilidad
de troncharse en algún momento, de que todo llega a su fin?
En
mi experiencia en el ejercicio de la escritura los mejores momentos son cuando
he sentido un arrobamiento, un "estar en otro lado" o como si no
fuera yo mismo quien escribe sino una suerte de médium usado por una potencia o
musa, entregado a una especie de escritura automática ¿Te sucede o te ha
sucedido lo mismo?
Sí, he experimentado
esta sensación, es sublime cuando ocurre ya que en mi caso no suele aparecer
con frecuencia. Suelo ser muy metódica cuando comienzo a escribir un libro de
poemas. Desde el principio busco la estructura que va a tener el poemario, incluso
el posible título; de alguna manera convierto cada poema en una especie de
cajita sorpresa en la que aún no sé lo que contiene, pero sí sé donde estará
situada. Aún así, cuando me ha ocurrido este “estar en otro lado” ha sido maravilloso
porque entro a formar parte de otra dimensión, parece como si esta especie de
escritura automática no solo te permitiese dar un salto, sino que te ayuda a
que tú mismo te disuelvas, te desintegres. Básicamente se produce una
disociación amable. Llena de sentido. De latido. Deberíamos practicar esto más
a menudo. En mi caso puedo decir que en ocasiones practico ejercicios de este
tipo antes de comenzar a escribir un poema y muchas veces se extrae bastante
material de esa primera reacción al papel. Esa disociación de la que hablo
considero que nos brinda una apertura; deteriorar el pensamiento y las
emociones en algunos momentos nos permite volvernos un poco psicóticos, y
pienso que con ello nos vemos libres de prejuicios e ideas forzadas,
devolviéndonos, aunque sea con brevedad a la infancia.
El
poeta francés René Daumal recurría a ejercicios de respiración yóguica para
conseguir estados cercanos a la experiencia extracorporal y necesitaba
continuamente recuperar esos peak moments
de los que hablábamos antes (como Dostoyevsky ante el pelotón de fusilamiento,
cuando, según sus palabras, nunca se había sentido más lleno de vida) Al
perderlos, Daumal, sentía esa desconexión con la vida y entonces recurría a
métodos más expeditivos o radicales como la práctica del juego de la ruleta
rusa (como también hizo en ocasiones Graham Greene) ¿Puedes hablarnos de esos
ejercicios que practicas tú?
Yo he llegado a experimentar emociones muy intensas de las que
posteriormente he tratado de escribir. Unas veces ha funcionado y otras no. La
locura es una de ellas, por ejemplo. Me fascinan las emociones, tanto las de
los demás como las propias. He llegado a escribir poemas en los sitios más
insospechados, desde las sucias hojas de un periódico hasta en una pared de
hospital, pasando por la piel, los pijamas azules y las rebecas viejas.
Cualquier superficie puede ser útil. Me cuesta mantener una rutina en la
mayoría de las facetas de mi vida, aunque más bien lo que me cuesta es
iniciarlas porque una vez que he comenzado a escribir un poemario ya no puedo
parar, me vuelvo muy constante y obsesiva. Se podría decir que vivo en esos
extremos. Por lo tanto, entiendo lo de esa necesidad de desconectarte de la
vida para crear porque lo he experimentado en multitud de ocasiones. La pérdida
de consciencia te conduce hacia otros sustratos, otras capas ocultas. Para mí
siempre va a ser más fácil describir desde el desequilibrio que desde la razón.
Desde una serie de largas noches de insomnio, por ejemplo. Utilizar métodos
cada vez más expeditivos suele proporcionar satisfacción, aunque en un
principio parezca lo contrario, es un refuerzo en sí mismo; pero actualmente
estoy separándome un poco de estas ideas porque las he exprimido bastante. Tendremos
que acostumbrarnos a esculpir el tiempo.
En
"Belle de jour", la película de Luis Buñuel, el personaje de
Catherine Deneuve se entretiene junto a un cliente con una misteriosa cajita la
cual desconocemos su contenido; Buñuel no lo muestra, no revela su contenido.
Tú hablas de una "cajita sorpresa" en que se convierte el poema. ¿Es
esa cajita el secreto necesario de la creación, de lo creativo, un artefacto
mágico per se, o es en sí el producto de esa magia?
Considero que esa cajita es el secreto necesario de la creación, no tanto
el producto de esa magia. Por ejemplo, Catherine Deneuve, la aburrida esposa
del cirujano que trabaja durante el día como prostituta con la intención de
vivir sus fantasías más ocultas nos muestra, como muy bien dices, ese secreto
necesario. Se ha llegado a decir que esta caja que acompaña a la actriz en la
película es de las más afamadas, ¿por qué? Simplemente porque Buñuel no nos
muestra su contenido. Abrir el cofre del tesoro del deseo, sí, cada persona
guardará en esa cajita algo diferente y nadie sabe realmente que hay en ella.
Algo así ocurre con la poesía. Particularmente en mi caso ha ido sucediendo así
conforme ha ido pasando el tiempo, conforme he ido creciendo. En un poema sobre
un insecto puedo estar hablando de un amor que renace o en un poema sobre un
psicótico puedo querer plasmar la decadencia de la sociedad. Y por eso son
cajitas sorpresa porque lo que lees a primera vista no es el verdadero camino
del poema. Las sucesivas lecturas son las que te ofrecen las muletas para
allanar el camino. Otra caja que me viene a la memoria es la cajita azul que
aparece en Mulholland Drive. ¿Qué es sueño? ¿Qué es realidad? Profundizar en
esto nos puede llevar a la demencia, pero es necesario hacerse estas preguntas
sobre todo si escribes poesía. ¿Somos realmente como la poliédrica Naomi Watts?
¿Qué materiales necesitamos para emprender el viaje? El no distinguir qué parte
es sueño y qué parte es realidad es algo que me ha sucedido en ocasiones. De
todas formas, este abismo al que nos enfrentamos cuando sucede algo así es el
que nos permite crear estas cajas de misterio envueltas en celofán de viajero
desgarrado. Las cajas son artefacto, magia que, encubierta o no, viene para
intervenir (como un cirujano) en nuestra mente.
Volviendo
a Graves, él decía que en la experiencia de la Musa la felicidad y el
sufrimiento se alternan siempre ¿Qué cantidad de felicidad y de sufrimiento te
procura a ti la escritura?
Tengo claro que la
escritura siempre me provoca gozo, es decir permito que la felicidad a través
de la palabra tome forma. El poema puede mostrar sufrimiento o apatía o dolor,
pero en ningún momento eso es lo que yo siento al escribirlo. Tal vez si se
pueda partir de una idea de agonía, pero la imagen que trato de atrapar para
plasmar en el papel se transforma en el mismo instante que es atrapada. Mis
poemas se pueden decir que cabalgan entre la euforia y el dolor, son un poco
bipolares, sí, pero lo que pretendo en todo momento con ello es acercarme a ese
lector imaginario que coexiste entre esas dos aguas. Pienso que el simple hecho
de estar vivos ya nos hace caminar entre ambos polos. Polos necesarios, pero de
los que muchas veces huimos por miedo. La cantidad de felicidad y sufrimiento
nunca halla un equilibrio, por lo que, si tuviera que decantarme me quedaría
con el dolor, con la oscuridad; pienso que mis poemas nacen para habitar solo a
algunas almas.
Entonces
te conviertes en una especie de psiconauta, un navegante de la conciencia, te
introduces en el proceloso mundo de la imaginación y de él vuelves con la
imagen que deseas plasmar en el poema ¿De qué armas o equipamiento te sirves
para no ser "devorada" por las imágenes trampa, las azarosas, o estas
también te sirven en el necesario proceso de aprendizaje y puesta en quiebra?
Las imágenes azarosas nos han servido a todos, en algún momento, de
aprendizaje. Si dijésemos lo contrario estaríamos mintiendo. Aún así, conforme
vas hallando el camino sí te das cuenta de que necesitas equipamiento, armas
que te hagan ser cazadora; es decir, valerte de aquello que te permita cazar
para no ser devorada. Pienso que necesitamos la quiebra, ver la grieta para
poder salir vencedores; y una vez que nos alzamos hay que ignorar todo aquello
que nos paraliza. Hay que sentir que desconocemos lo que es la pasividad, el
conformismo, la pedantería o la esterilidad. Como si se tratase de algo nuevo,
visto por primera vez. Mis armas serían la impulsividad emotiva, la sinceridad
y todo aquello que se atreva a rozar lo sublime. Ser un navegante de la
conciencia te permite. Te otorga. Ofrece la capacidad de deleitarnos con un
futuro no tan lejano. Aún hoy nos seguimos haciendo la misma pregunta: ¿alguien
ha visto alguna vez Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de
Tannhäuser? Las atmósferas agobiantes, violentas, que nos han tocado vivir
o re(vivir), nos seguirían forzando a responder a la misma pregunta. El ser
humano se aproxima como un reptil a ese estado proceloso que hallamos en el
mundo de la imaginación. Quiere atraparlo incluso antes de que se materialice.
En ocasiones solo somos un discurso agónico. Pero siempre, un punto de partida.
En
culturas ancestrales el poeta era indistinguible del místico ¿Verdaderamente ve
el poeta con otros ojos? ¿Hay poesía sin videncia?
Supongo que sí. El
poeta ve con otros ojos, siempre trata de mostrar otros sustratos, trata de
profundizar en el alma humana. Escribir un poema es como crear un nuevo cuarto
en nuestra mente. Una alacena, un cuarto propio como diría Woolf. Se
puede decir que no es necesario ver para hablar de ello. Como dijo
Plath: “tus propias limitaciones te crucifican”. No podemos poner límites a la
creación, a la poesía; hacerlo solo te llevará al sufrimiento. En el fondo
somos como pequeños astrónomos que necesitamos una excusa para la supervivencia
diaria. Por lo tanto, la usamos como una especie de videncia, de misticismo. Para
el poeta la pared nunca es lisa, siempre verá otras texturas, le gustará palpar
con los ojos cerrados para ver qué siente. Se podría decir algo así como que es
un guía entre estanques. Podemos estar tocando esa pared con los ojos cerrados
y ver colores que tal vez solo existen en nuestra mente. El poeta no solo
escribe sobre aquello que ha vivido o experimentado, incluso diría que va más
allá y le gusta jugar con aquello que le atemoriza, que solo llega a rozar. Con
la ilusión de lo no creado o no nacido. Siempre es más fácil comunicarte con un
deseo que con una realidad.
Hay
una imagen a la que he recurrido en varios de mis propios relatos: la pared
quebrada, cuyas rajaduras se muestran como alfabetos insólitos que el/la
protagonista ha de descifrar. Un sueño recurrente desde mi juventud es aquel en
el que entro a una habitación y una potencia extraña me habla bien en una
lengua que desconozco o a través de esas quiebras en la pared, de donde surge
la presencia. Con el paso del tiempo y la recurrencia del sueño he aprendido a
descifrar ese lenguaje y también a dejar de temer en/al propio sueño, cosa que
ocurría cuando era un adolescente. Dices que para el poeta la pared nunca es
lisa ¿Son esos desconchados, esas grietas, mellas, rajaduras... el deseo con el
que comunicarse? Bataille, a través de Kojève, dijo que el deseo transforma el
objeto de deseo, algo que a mí me fascina y me hace interrogarme por la
naturaleza misma de mis deseos...
Es importante dejar de temer a los sueños ya que cuantos más fantasmas
nos acechen más difícil es enfrentarse a la realidad. Todos tenemos o nos
enfrentamos a algunos miedos de forma diaria, recuerdos que consiguen que nos
abracemos a las tinieblas y nos impidan una visión adecuada; por ese motivo
pienso que hay que canalizarlo. El poeta lo hace a través de los poemas. Y ahí
es donde aparece la pared. Una pared desgastada en algunos momentos y en otros,
cubierta de grietas. Cuando aparecen las grietas por lo menos se plasma
esperanza, damos paso a la luz; como ya dijo Leonard Cohen. El deseo de
comunicación siempre está ahí pero como he comentado anteriormente ese concepto
de comunicación es muy amplio. La comunicación no verbal por ejemplo nos ofrece
multitud de posibilidades. Lo que plasma Baitalle es sobrecogedor ya que el
objeto de deseo para mí se trasforma en el mismo instante en el que es deseado,
¿qué es lo que permanece y qué es lo que se transforma? Nada permanece
inalterable o por lo que menos es lo que le ocurre a la pared del poeta. Rubén
Martín escribió en su libro Sistemas inestables algunos poemas que hacen
referencia a este concepto. «Hay que entrar en el acto de mirar esa pared igual
que se penetra por primera vez un templo», Rubén ya nos avisa de esto a lo
largo de una serie de poemas en el libro antes mencionado. Hay que atravesar la
grieta, con cuidado, pero nunca tener miedo de hacerlo. No sabemos que hay al
otro lado, pero debemos atrevernos a descubrirlo. Estoy convencida de que la
poesía nos guía a través de la oscuridad. La poesía es conductora. Igualmente, Rubén
aquí nos señala algo más: «La realidad es rígida: bastaría una idea, una
pregunta demasiado intensa, para resquebrajarla». Y aquí vuelvo a insistir en
la idea que comenté al principio, nos situamos continuamente en la cuerda
floja. Creemos que la realidad nos proporciona seguridad, pero no hay nada más firme
para alejarse de ella. No andamos sobre suelo seguro, andamos sobre arenas
movedizas. En cualquier momento: caemos.
¿De
verdad crees que la poesía nos puede guiar en la oscuridad?
Sí, en esto soy
rotunda. Me imagino un camino tortuoso, ciénagas verdeazuladas y dedos que han
perdido la capacidad de acariciar. Y ahí, donde la oscuridad parece que ha
atrapado a su presa como una rapaz misericordiosa es donde la palabra, el
lenguaje, trata de sacar a la superficie la voz silenciada. A los píxeles de la
vergüenza. La poesía es la mejor traductora del dolor. No creo en una felicidad
completa y tampoco creo en la moral, ya lo dijo Alejandra Pizarnik, “la moral
es la gramática del deseo”. ¿Qué es el deseo? Un movimiento, tal vez la
voluntad, un anhelo. ¿El apetito? Solo sé que si nunca esperas nada de él nunca
te decepcionará. No necesitamos un guía para que nos conduzca por la oscuridad,
nosotros mismos somos la mejor guía. En mi caso, por ejemplo, trato de dejarme
llevar por esas tinieblas; ya sea como poeta o como lectora, dejar que usurpe
mi identidad. La opacidad luminosa, un continuo de luz y oscuridad. Esa
nebulosidad puede llegar a ser una sombra en la escritura, tu otro yo, la oscuridad
se camufla debajo de tu abrigo. Se pone tus zapatos y pretende andar con ellos.
Considero que es un regulador emocional, una ventana de activación, un
moldeamiento. Un trasmisor.
"Dedos
que han perdido la capacidad de acariciar". Es una imagen bella pero
terrible ¿Nos hemos vuelto (quizás siempre o hayamos sido? muñones de nosotros
mismos? ¿Somos espíritus amputados? Por otra parte: "¿El apetito? Solo sé
que si nunca esperas nada de él nunca te decepcionará" me suena al
pensamiento de ciertas filosofías orientales que dice que, lo mejor de todo es
estar muerto ¿Sirve este pensamiento para el pensamiento occidental más
orientado a la acción?
En mi poesía siempre se entrelazan imágenes bellas y terribles. Me gusta
jugar con ellas, balancearme en el columpio de la infancia añeja. Hay más dedos
que han perdido la capacidad de acariciar de lo que pensamos. Sí, considero
que somos muñones amputados. Somos carencia, siempre partimos de ahí. Carestía.
Perturbación. No somos seres completos, somos seres a los que les han amputado una
de tantas sombras, cada uno tendrá su disección individual (tendrá que
enfrentarse a ella) pero básicamente existe una idea común: somos lisiados,
pieles que se sorprenden de que algo o alguien pueda rozarles. Es cierto que si
no esperamos nada de aquello que nos rodea el asombro va a aparecer como luz
visionaria. Deberíamos aplicarnos esto a las diferentes facetas de nuestra
vida. Las filosofías orientales suelen atraer sobre todo porque vemos en ellas
aquello que no vemos en la nuestra, se podría decir algo así como que siempre
deseamos aquello que no tenemos. El pensamiento occidental está orientado hacia
la acción mientras que el oriental lo estaría hacia la calma. Necesitamos
escapar de la actividad, cobijarnos en un nuevo útero. Acurrucarnos en un lugar
donde podamos cerrar los ojos y comprobar que no se nos demanda nada; que
únicamente estamos ahí para sentir nuevamente esa capacidad de acariciar. Me
atrae el budismo, esa idea o preocupación respecto a poder liberarnos del sufrimiento;
el estudio de ese camino que nos conduce hacia la liberación. Las tres acciones
del budismo, por utilizar la misma línea, podrían ser la ética, la meditación y
la sabiduría. Tal vez nos deberíamos refugiar en el Dharma con más frecuencia.
¿En
qué momento comprendiste que la escritura te había atrapado y que sin ella algo
fallaba o estaba incompleto?
Es difícil recordar
cuál fue ese primer momento ya que como todo instante de placer es poco
reconocible el momento de su aparición. Recuerdo que de niña tenía pavor a
escribir un diario, me aterrorizaba que alguien de casa pudiese leer todo
aquello que se me pasaba por la cabeza, supongo que por eso cerraba con fuerza
los ojos, apretaba los puños y me decía a mi misma: “no olvides esto jamás”;
promesa que no pude cumplir. Más tarde en la adolescencia, sí tenía libretas
llenas de poemas, pero siempre las guardaba bajo llave y no permitía que nadie
las leyese. Con el paso de los años ese miedo pasó y decidí publicar mi primer
poemario (2006). Supongo que muchas veces nos podemos sentir dentro de alguna
jaula, jaulas hay muchas, y en ocasiones cuando esto ocurre nos refugiamos en
ellas sin dar pie a la lucha. Pero cuando luchamos, los protocolos desaparecen
y se da paso a la intimidad. Actualmente
puedo decir que si no fuese por la escritura me sentiría incompleta. Llega un
momento, sin saber como, que las palabras forman parte de tu piel, de tus
sentidos; sin ellas no podrías relacionarte con aquello que te rodea, necesitas
escribir para poder seguir viviendo.
Alguien
podría decir que tu modo de lucha, escribir, la poesía y todo lo que conlleva
bajo mi modo de entender, sobre todo en la transformación que experimenta el
poeta en su devenir vital ("Cambiar la vida", gritó Rimbaud.
"Cambiar la vida. Transformar el mundo" hicieron suyo el lema los
surrealistas), no es una lucha demasiado
práctica para aquellos que la lucha únicamente puede darse en el plano del
activismo y lo político ¿Te molestarías en sacarles de su error? ¿No es acaso terriblemente
"político" el trabajo, la lucha sobre uno mismo?
Antes si me hubiese
molestado en sacarles de su error, ahora no. Me agota ver que las personas no
practican una escucha activa. La mayoría de las veces el ser humano se pone
tapones en los oídos cuando alguien va a mostrar otro punto de vista diferente
al suyo, con lo fácil que sería admitir que hay otras dimensiones y que podemos
estar equivocados o que podemos enriquecer nuestra propia visión. Y tal vez
con esto me contradiga, tal vez sea vasta, tal vez contenga multitudes. No
sé, pienso que el concepto político que planteas ya se ve reflejado en esa
lucha que mantenemos con nosotros mismos. Los poetas trasforman, aderezan. No
creo que yo por lo pronto cambie el mundo, pero mi espacio más cercano sí.
Según Rimbaud, si cambias tu vida, la vida de los que te rodean, estás
cambiando el mundo; se podría decir que estoy de acuerdo en parte. Entiendo lo
de la transformación porque es real, palpable, lo he visto; pero el hecho de
que sea una transformación mayor no lo veo tan claro. No lo veo así por lo
mismo que he comentado más arriba, es difícil que las personas acepten hoy en
día otra visión del mundo diferente a la suya. Lo político no tiene por qué ser
algo evidente. ¿Qué no es político hoy en día? La lucha puede presentarse desde
diferentes ópticas, adopta diferentes trajes. No se debería apartar con tanta
pericia. Todo es cuestión de límites, deberían difuminarse. No debemos olvidar,
apartarnos del centro del caos.
Paul
Celan decía que "Algo sobrevivió en medio de las ruinas. Algo accesible y
cercano: el lenguaje". Sin embargo William Burroughs pensaba que el
lenguaje era un virus del espacio exterior que nos había infectado tomando
control de nuestros pensamientos ¿Es posible conciliar la imagen de Celan y la
de Burruoghs?
En mi caso me siento
más cercana a Paul Celan, a sus imágenes, a su palabra; aunque lo que plantea
Burroughs se hace necesidad también. Por lo que tal vez ambas ideas estén más
unidas de lo que pensamos. Básicamente son dos caras de una misma moneda; y se pueden
utilizar como tantas otras combinaciones posibles: veneración-desprecio,
ilusión-melancolía, placer-dolor. ¿Evocar un recuerdo? ¿La grieta que los
separa y los une al mismo tiempo? Celan nos plantea que la salvación la podemos
hallar a través del lenguaje, incluso tras las ruinas o, mejor dicho, gracias a
ellas. ¿Sería posible renacer sin haber ascendido desde ellas? El lenguaje
sobrevive, ¿lo único? pero ¿qué es el lenguaje? Para mí el lenguaje es tacto,
es gesto. El lenguaje es culto, idolatría; un homenaje a la existencia. Para
Paul Celan la caída es el inicio, “¿quién dice que se nos murió todo cuando se
nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó”. A pesar de ello, pienso
que ambas ideas, la de Burroughs y Celan, pueden unirse a través de la infección,
es decir a raíz de la falta de control. Al escribir puedes experimentar, según
el momento, una u otra idea, pero como he dicho se verían marcadas por el
instante, siempre por el instante.
La
idea del lenguaje como falta de control me parece interesante, y sin embargo la
experiencia cotidiana nos hace entender todo lo contrario: el lenguaje como
control, programación neurolingüística. Combinaciones dicotómicas, binarias,
blanco o negro, conmigo o contra mí, inoculadas desde los medios de comunicación
y otros estamentos y tan extendidas que incluso la gente que nos rodea -amigos,
conocidos, compañeros de trabajo, familiares- lo utilizan de modo inconsciente
¿Cuáles serían, en tu opinión, las armas de las que habría de proveerse el
común de los individuos contra esa manipulación? ¿Es posible revertir la
situación?
El lenguaje debe
reflejar una falta de control para ser lenguaje comunicativo (el mío), salvaje,
llegaría a decir; estoy convencida de ello. La psicología siempre ha tratado de
romper esas distorsiones cognitivas que consisten en tener pensamientos rígidos
y dicotómicos. Habría que buscar esa alternativa, esa respuesta racional que no
deja de ser salvaje por ser racional. No quiere decir que este pensamiento no
se dé, claro que se da, lo que ocurre es que está sobrio; y a pesar de ser
lenguaje, no es el lenguaje del que yo hablo. El que yo contemplo. Necesito esa
pureza del impulso. El pensamiento de todo o nada nos hace ver en categorías
extremas todo lo que nos rodea. Si los resultados que alcanzamos no son
plenamente aquellos que queríamos, ¿nos consideramos un fracaso? Esta idea de
comportamiento alterado se puede aplicar al lenguaje igualmente. Es cierto que
existe una manipulación en nuestra sociedad al respecto, pero depende de cada
uno el valor que le quiera dar a esto. Nuestra tarea consiste en mirar detrás
de los espejos. Percibir los engaños. Hay que penetrar la ilusión. Somos
aquello que pensamos y, por lo tanto, aquello que sentimos. ¿Podemos hacer algo
contra la manipulación que se ejerce sobre nuestra existencia? Pienso que sí.
Aunque la pregunta sería otra: ¿queremos cambiar realmente? El ser humano se
acostumbra con facilidad a aquello que le atormenta. Somos así de sedentarios.
Y
hablando de lenguaje ¿Es el lenguaje humano un fracaso, un revólver cargado con
proyectiles hechos de pensamiento a medio digerir dispuesto a ser disparado a
la mínima ocasión?
¿El
futuro va a ocurrir? ¿No tienes la sensación de que vivimos en una especie de
"futuro suspendido", de presente continuo que, al menos en la
cultura, no puede avanzar sino es a través de una repetición perpetua de modos
culturales pasados?
En
mi opinión, la comunicación dada por el poema se desarrolla más en un nivel
intuitivo que racional, las conexiones que entretejen cada una de las palabras
se encuentran bastante más allá del arreglo intelectual ¿Crees que esto es así
o por el contrario das prioridad a la intelectualización del poema?
En mi caso puedo decir
que comencé dejándome llevar por lo intuitivo antes que por lo racional. Las
imágenes que plasmas en el papel deben mantenerse puras de alguna forma, sobre
todo en la poesía. El arreglo intelectual es necesario en las últimas
revisiones de un poema, pero debe perdurar la esencia. Siempre me ha resultado
difícil encontrar el punto medio en este tema; supongo que se podría decir que
antes me dejaba llevar más por lo intuitivo y ahora hay una cuerda en una
cajita en mi interior que tira más hacia lo racional. Aún así, siempre he
pensado que las emociones deben mantenerse fuera del pensamiento lógico y no
creo que se modifique mucho esta idea por mucho que esa cuerdecita tire de mí.
La devastación del mundo tiene que representarse de alguna forma ¿y qué mejor
forma que a través de la escritura? Igualmente hay que dar cabida a esa civilización
en descomposición que se nos presenta en ocasiones, a las llamas de la
cotidianeidad o al deseo. Y la grieta, siempre la grieta, ese paso hacia lo
poético.
Las
emociones y los mundos devastados ¿Tienes la sensación de que de algún modo
mucha gente trata de imponer sus "opiniones", su pensamiento, y que
éste, éstas, no son más que la exhibición de emociones de su "mundo propio
devastado" y que los demás acaten su visión negativa, de víctima?
Desde luego, la mayoría
de las personas tratan de imponer sus opiniones con la única idea de afianzar
su supuesta personalidad. Es triste darse cuenta de que en innumerables
ocasiones se habla solo para escucharse a uno mismo. Para marcar una
diferencia. El jeroglífico no debería situarse siempre desde la diferencia,
debería encontrar también su significado desde la unidad. Hallar lo común,
asistir a la plegaria de la comunidad. Esto se puede percibir en la época que
nos ha tocado vivir, sobre todo en este 2020. Cierto que hay personas que se
podría decir que disfrutan victimizándose, no me refiero a aquellas que tengan
un problema real, me refiero a todas esas otras que han aprendido por sistema
que si reaccionan de una determinada forma (negativa en este caso) van a
obtener un refuerzo por ello. Las emociones hay que exhibirlas, pero hasta
cierto punto, no más allá de una realidad o una necesidad.
¿Sigue
siendo el papel del poeta el mismo en pleno siglo XXI que siglos atrás cuando
la voz de éste era escuchada en un mundo cuya percepción era otra?
El papel del poeta va
cambiando, no sé si evolucionando, pero sí cambiando. De alguna forma el
grito siempre ha estado presente se trate de la época que se trate. La
melancolía, presente como un caracol tras la lluvia, necesita sentir añoranza
de lo que no se posee. El poeta siempre ha echado de menos, el poeta tiene una
lucha interna con la relación mundo-hombre. Abrirse paso entre las zanjas para
buscar las palabras como marionetas tras un bombardeo. ¿Soy mujer o niña?
¿Humedad o barro? Todavía me lo pregunto, supongo que por eso sigo escribiendo.
En el siglo XXI hay que tener cuidado como en otras épocas con las bandas de
saqueadores, con la conciencia mohosa, con el espíritu que yace bajo tierra.
Pero, de todas formas, es un momento en el que hay que refugiarse en la
palabra, en el jardín de juegos y olvidar un poco la herida. Sabemos que está
ahí y que en ocasiones sangra. Igualmente sabemos que hay que partir de ese
instante para que las expectativas se acurruquen tomando forma. Creciendo. Nos
movemos en el hambre. En el ansia. Necesitamos cavar desde nuestras entrañas
para olvidar la queja y sentarnos a contemplar la puesta de sol.
¿Es
entonces la persona un ente "hechizado", "frecuentado" por
formas repetidas, por fantasmas melancólicos, con el riesgo de que dichos
hábitos se conviertan en obsesiones de carácter negativo, de "conciencia
mohosa", de "espíritus que yacen bajo tierra"?
¿Sueles
extraer conclusiones de tu escritura? ¿Por qué lo haces? ¿Adónde se dirige?
¿Tiene algún sentido? ¿Debería tenerlo?
Suelo extraer
conclusiones de mi escritura desde que sitúo la primera palabra del poema.
Aunque estas sean emocionales, purgativas. Necesito hacerlo porque para mí la
escritura sin emoción no tiene fundamento. A pesar de que a veces cuando
escribes es algo mecánico se vuelve necesario una conclusión o un juicio. En
cada poema hay una parte de mí, aunque esta sea indescifrable para algunas
personas; por eso, cuando escribo necesito otorgarle un valor. Al hacerlo me
dirijo hacia un nuevo camino, un camino donde trato de perfeccionarme, en el
que trato de tener más cuidado con aquello a lo que intento dar forma.
Básicamente una búsqueda o estado maníaco. O no, o tal vez todo se trate de una
venganza, donde el espíritu se libera. Escribir te convierte en más humano si
cabe porque tu piel reacciona a una gota de lluvia, a un parpadeo, al leve
aleteo de un colibrí. Sería algo así como adentrarte en La Zona y elegir
una estación del año, la que más te apetezca en ese momento. Elegir un clima,
una textura, una emoción. Yo personalmente me quedo con la nieve, con el
invierno. Con lo rugoso, con la deformidad. Con la melancolía.
¿Qué
hay en La Zona, Begoña?
Es difícil imaginarse que habría en La Zona. Incluso diría que es
imposible. Quizá lo que descubriésemos allí nos sorprendería tanto que nos
costaría interiorizarlo porque no se parecería a aquello que habíamos
imaginado. ¿Qué podemos esperar de un lugar donde las ramas de un árbol se
agitan, pero no percibimos ningún sonido? El silencio. Algo tan necesario y
útil pero que a veces se puede volver contra nosotros. El Stalker busca
la fe en sus viajeros y le entristece que no sean capaces de adentrarse en La
habitación, lo siente como una derrota; pero yo me pregunto: si La
Zona es un espejo y se transforma según se avanza por ella, ¿quién es el Stalker
que nos guía a través de La Zona particular de cada uno de nosotros? El Stalker
puede adoptar muchas formas, creo que nos encontramos con más de uno a lo largo
de nuestra vida, lo importante es darse cuenta de que es un Stalker.
Nuestro guía. Deberíamos acostumbrarnos a centrarnos en aquello que estamos
viviendo, en el presente; todo lo demás es una invención. No debemos olvidar
tampoco que en este trayecto los peregrinos que son guiados a través de La
Zona creen saber en un principio cuál es su mayor deseo, pero se supone que
cuando entran en La habitación no necesitan decirlo, La habitación conoce
cuál es tu verdadero deseo; ¿estamos preparados para algo así? ¿lo estamos
realmente? Pienso que no todo el mundo lo estaría, sería estupendo que no se
sintiese miedo y que en un momento dado nos atreviésemos a entrar, pero no
siempre sucede así. En un primer momento yo pienso que sí entraría en esa
habitación, lo que no sé es lo que ocurriría una vez que hubiese entrado. O tal
vez a lo mejor esto también forma parte del deseo. Puede ser. Los deseos más
íntimos no llegan a un plano racional, tal vez lo rozan, aunque no llegan a la
superficie. Creemos añorar o desear algo, pero tal vez ese deseo no sea más que
una máscara de nuestros verdaderos deseos más ocultos y que la mayoría de las
veces no queremos ver. Tarkovsky nos regala el agua como concepto de cambio;
todo fluye o no. Quién sabe. Un pequeño imaginario, una ciencia ficción
psíquica. Nos encontramos con un dios que se derrama, que se derrite a través
de los árboles; de la naturaleza. En La Zona. Para dar paso al silencio,
lejos de la ciudad donde el ruido está presente en todo momento, los trenes, el
montacargas. Pero la fe siempre llega y tiene que ser la hija parapléjica del Stalker,
Monita, la que proporcione esperanza en ese instante en el que a través de
la telequinesis consigue que los vasos de la mesa se muevan. Una escena
brillante, con la que no puedo evitar sentir un estremecimiento cada vez que la
veo. Pienso que incluso aquellos que no creemos o que ya hemos perdido la
capacidad de creer necesitamos más a menudo ver a la representación de esta
niña para que nos derrumbemos y para que nos demos cuenta de que la fe es
necesaria. Desconozco lo que hay en La Zona.
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