Espero que los potenciales lectores de Manía conozcan tu obra, o al menos parte de ella. De no ser así
¿Cómo te presentarías ante ese eventual público?
Probablemente lo más
acertado sería decir que soy un escritor de Ciencia Ficción experimental, ya
que a pesar de moverme entre varios medios y formatos, de la novela al cómic
pasando por el relato corto, el ensayo y el cine, las dos constantes de lo que
hago son la exploración de los límites de la literatura de género y el afán por
la experimentación con el lenguaje, la técnica narrativa, las ideas, los
conceptos y la teorías.
Comenzaste firmando tu obra como Fco. Javier Pérez. Libros como Hierático, Cinco canciones de cuna u
Orígenes del lodo iban firmados de tal modo, pero después pasas a firmar
como Francisco Jota-Pérez. ¿A qué se debe? ¿Debemos suponer que hay alguna
diferencia entre estas dos entidades? ¿Era necesaria una suerte de ruptura?
El cambio
de firma se produjo tras haber llegado a un punto de tremendo descontento con
todo lo que rodeaba a mi escritura en ese momento. Estaba decepcionado y
asqueado con el modo en que la editorial con la que llevaba publicando casi
todo mi material en los últimos años nos trataba a mí y a mi obra, así como con
ciertos tejemanejes del fandom de la literatura de género y de las
partes más obtusas y pedantes del mundillo literario; editoriales casi
pirata que desaparecen sin pagar por el trabajo hecho, autores más preocupados
por escupir sobre otros autores que por cuidarse de ofrecer un arte con un
mínimo de valor, críticos incapaces, prescriptores cuya sola motivación es que
los inviten a saraos y hacerse la foto con quien esté de moda en el momento, la
casi obligación de jugar a las puñaladas por la espalda y las rencillas abominables
por apenas cuatro duros y media docena de lectores... Por cordura y simple
decencia, necesitaba alejarme de todo eso, no volver a empezar pero sí dar un
giro brusco a la situación y desplazarme aún más hacia los márgenes y construir
desde ahí; era eso o abandonarme al ostracismo y no volver a publicar una línea
jamás ni tener tratos con nadie, y se me ocurrió, influido por la práctica
mágica, que una buena forma sería reformular la personalidad autoral para, con
ello, aunque sólo fuese a nivel superficial, con otro nombre que implicase un
cambio de intenciones, invocar el cambio en sí mismo a mi alrededor.
Y parece
que la cosa funcionó. En estos momentos tengo la inmensa suerte de poder
publicar con editores que entienden a la perfección lo que pretendo hacer, lo
respetan, me aconsejan al respecto y me apoyan; he conocido a un buen puñado de
autores, pensadores y teóricos de una calidad alucinante y que también están
muy a gusto en el margen y detestan lo que conlleva el foco central de ese mundillo;
ahora cobro en justa medida por lo que hago, sin para ello haber tenido que
renunciar a mis formas ni mis fondos... La nueva firma lleva ya cuatro o cinco
años arrastrando consigo un montón de cosas buenas.
Háblanos de tus últimos libros, Homo Tenuis (GasMask) y Teratoma
(Orciny Press)
Homo
tenuis es mi primer ensayo, un ejercicio de
teoría-ficción sobre el concepto de Hiperstición, que a su vez es un estudio
desde las tesis de la filosofía de vanguardia de la figura del Slenderman y de
los creepypasta (esa nueva forma de ficción siniestra eminentemente
digital), y que a su vez explora la relaciones homeoestáticas entre el
neonihilismo, el cosmicismo, el transhumanismo y las posibilidades psicodélicas
y de guerrilla del lenguaje.
Y Teratoma
es mi última novela hasta la fecha. Para
mí, muy relacionada con el ensayo, ya que funciona en cierto modo como
representación artística de éste. Teratoma es lo más complejo que
he escrito en lo que llevo de carrera, y también lo más político, puramente
experimental tanto en lo que a lo narrativo y el lenguaje se refiere como a las
ideas; un artefacto psicodélico en el que me sirvo, de nuevo, de las tesis neonihilistas,
cosmicistas y transhumanistas para formular una prospección al respecto del
momento en que nuestro mundo se convierta en un simulacro absoluto y plantear
cómo, de ser posible, se articularía una forma de resistencia a esa simulación
consecuente con el hecho de haber dejado atrás el humanismo clásico y, al fin,
haber evolucionado como individuos dentro de un hecho sociocultural en avanzado
estado de descomposición.
Habrá quien entienda estos conceptos de Hiperstición o creepypasta tan solo quizás como nuevos
caprichos de gente curiosa con mucho tiempo para perder e interesados
únicamente por tonterías sin utilidad. Sin embargo, a nada que nos fijemos en
conceptos como el de creepypasta, por
ejemplo, nos daremos cuenta de que siempre han estado ahí y que de algún modo
son inherentes a la comunicación humana, transmitida oralmente, escrita y ahora
por medios digitales o virtuales. Como si fuéramos incapaces de vivir sin
tratar de inventar mitos, aunque sea a nivel subconsciente. ¿Es esto también, de
algún modo, la transmisión del virus
del lenguaje, con todas las consecuencias que acarrea de implantación de
pensamiento, a la manera de Burroughs? ¿Qué opinas al respecto?
Para mí,
la teorías de Burroughs sobre el virus del lenguaje van bastante más allá,
son prácticamente metafísica, si las comparamos con los creepypasta, que
entiendo como poco más que uno de los síntomas del cierre del paréntesis de
Gutenberg formulado por Sauerberg, la tesis de que la invención de la
imprenta trajo una época extraña, una excepción en el continuo de la Historia
humana que suspendió durante un tiempo la transmisión oral de conocimiento para
enclaustrarlo en la palabra impresa; época que ahora, a causa de las
tecnologías digitales, está llegando a su fin e inaugurando una segunda
oralidad en el que la información vuelve a ser síncrona en lugar de
diacrónica.
De nuevo,
personalmente, creo que el asunto es algo más complicado que eso, que desde
luego estamos viviendo un período de cambio drástico en los modos de
comunicación y transmisión del conocimiento pero dudo que resulte en un corte
brusco con respecto a la edad de la imprenta sino en algo más complejo,
en una panoplia de sistemas de transmisión híbridos de los que aún no conocemos
ni una décima parte.
Háblanos del proyecto Combustible Lovecraft (Orciny Press) donde
también colaboras.
Combustible
Lovecraft es una antología de
relatos de inspiración lovecraftiana que pretende ofrecer algo absolutamente
distinto a lo que cualquiera espera de un volumen así, basada en la calidad
literaria y la frescura de ideas por encima de todo, con poco o ningún respeto
por los cánones y mucho de apropiación de los mimbres del Horror Cósmico para
jugar con ellos hasta las últimas consecuencias. Están ahí muchos de los que
considero son los mejores autores contemporáneos de la literatura de género
patria, como Tony Fuentes, Weldon Penderton, Colectivo Juan de Madre, Albert
Kadmon, Tamara Romero... Nombres que le dan un buen repaso a las propuestas del
de Providence y sus continuadores a base de exploración, de hacer hincapié en
el desorden en los márgenes de lo lovecraftiano, en su condición de objeto pop
o en la psicogeografía derivada de ello, hasta lograr configurar algo muy, muy
distinto y extraordinariamente bonito.
Por mi
parte, colaboro con un texto titulado Cero Zen / Trapezoedro, una pieza
experimental que mezcla el Cosmicismo con el dubstep, los mitos del
ciclo de Cthulhu con las cuasi-míticas leyendas urbanas sobre misteriosos
músicos de electrónica que viven recluidos en sus estudios caseros y escondidos
tras disfraces y pseudónimos varios, en un intento de contemplación de los
temas de Lovecraft desde una perspectiva bastarda, futurista y, en gran medida,
más espiritual de lo que estamos acostumbrados.
Burroughs
y Lovecraft. Burroughs creía en entidades extraterrestres y que estas nos
habían inoculado el virus del lenguaje. El viejo Bill escribió una elogiosa e
interesante reseña de la novela lovecraftiana de Colin Wilson Parásitos mentales donde una repugnante
raza extraterrestre toma control de nuestros pensamientos y solo saliendo al
espacio es que somos capaces de librarnos de tal control . Sobre el asunto escribió que: " Una vez que se
deduce la presencia de parásitos, los medios para combatirlos son obvios. Deben
ser combatidos por el propio cerebro empujado hacia y más allá de sus límites
para que los hombres puedan leer los pensamientos de los demás, controlar sus
propios pensamientos y sentimientos. Entonces se unen a la batalla con los
parásitos en igualdad de condiciones. Estas son precisamente las medidas que he
defendido en la Serie de la Academia, medidas que deben aplicarse ya sea que
creamos en la mente parásitos o no si el hombre va a expandir sus horizontes y
sobrevivir en la era espacial. No hay vuelta atrás a la falsa seguridad de los
credos dogmáticos. Para viajar en el espacio debe aprender a dejar atrás la
vieja basura verbal: charla de Dios, charla con el sacerdote, charla con la
madre, charla familiar, charla de amor, charla en el campo, charla de la fiesta.
Debes aprender a existir sin religión, sin país, sin aliados. Debes aprender a
ver lo que tienes enfrente sin ideas preconcebidas." "Para viajar en
el espacio". ¿Qué crees que podríamos encontrar ahí fuera: el lenguaje sin palabras, -todo sentido-, de Dios o los
dioses (cosa que Burroughs ya rechaza en su texto), o por el contrario será la
absoluta indiferencia del monstruo cósmico?
La
verdad, creo que ese lenguaje sin palabras es sólo la enésima trampa mental
con la que distraernos del hecho de que ahí fuera no existe más ley que
la que le hemos asignado nosotros desde nuestras limitadísimas capacidades, a
imagen y semejanza de nuestros prejuicios como objeto animal que se ha dotado a
sí mismo de algo a lo que llama racionalidad, que ahí fuera todo
es algo que ni siquiera podemos definir como caos, porque al ser esto una
definición vuelve a incidir sobre nuestras limitaciones y prejuicios, a lo que
le somos por completo indiferentes.
Parásitos
mentales es una obra lovecraftiana, desde luego, sin embargo en un
principio, Colin Wilson criticó con dureza a Lovecraft. Quizás lo hiciera por
ese pesimismo cósmico que embargaba
la obra de éste, ya que Wilson fue un pensador eminentemente optimista. Su
concepto de nuevo existencialismo es
puro optimismo y superación del hombre en base a sus innatas habilidades
psíquicas dormidas, la llamada Facultad X.
Sé que tú eres un ávido lector de ambos autores ¿Dónde crees que pueden
confluir sus ideas más allá de la propia Parásitos
mentales?
Wilson y Lovecraft
tienen muchísimo en común. Ambos fueron unos eruditos a pesar de ser
autodidactas, y precisamente por ello, si me tengo que quedar con una sola
característica común, señalaría el hecho de que ambos armaron doctrinas de
pensamiento potentísimas y que iban mucho más allá de su obra literaria,
manteniéndose en todo momento al margen de la academia y de la rigidez
intelectual, en ocasiones de forma incluso fanática, y apoyándose en la
imaginación y el conocimiento radicalmente libre.
Por otra parte, allí
donde veo mayor confluencia de ideas (y que es quizá la mayor influencia que he
tomado de ambos para mi trabajo) es en cómo se refieren tanto uno como otro,
casi de forma idéntica, a la dimensión onírica, cuando la presentan en
forma de territorio tangencial al de la cognición durante la vigilia y que por
tanto posee su propia geografía, normas, población y psique connatural, y sobre
la que se puede incidir al tiempo que se puede provocar que incidan elementos
de aquella en esta, mediante técnicas intelectuales cuando no directamente
mágicas.
En tu obra parece haber un continuo tour de force con las convenciones de lo que estimamos real y
quizás tal consideración haga que tus artefactos escritos sean cada vez más
indescifrables para los lectores no avisados, que estas escrituras parezcan
cada vez más rituales destinados a forzar a la Esfinge o agujeros negros tras
los cuales uno espera encontrar otra vez la luz. ¿Qué opinas?
Es un
modo de verlo tan válido como cualquier otro. Y sí, mi escritura tiene mucho de
ritual. Aunque personalmente no creo que lo que hago sea tan indescifrable; soy
consciente de que es complejo, poco ortodoxo y voluntariamente alejado de la
convención, pero me preocupa muchísimo no caer en el hermetismo absoluto o lo
directamente críptico, por lo que todo está diseñado para dejar el mayor número
de pistas y asideros posibles; trato de que la forma (por experimental que sea)
y el contenido (por extraño que pueda parecer) estén lo más equilibrados
posible.
También
cabe señalar que entiendo la literatura como una experiencia, y que mi trabajo
como artista consiste ni más ni menos que en hacer lo que considere mejor para
que el receptor de la obra tenga la experiencia más intensa posible (y sin caer
en el habitual paternalismo y en el tratar a los lectores como imbéciles), lo
cual conlleva acercarse, por necesidad, a la poesía y las formas complejas, y
bordear las técnicas de la hipnosis y la programación neurolingüística, cosa
que lleva a que muchas veces se malinterpreten y se traten de sobre explicar
mis textos, tachándolos, como dices, de indescifrables, cuando lo cierto
es que está todo ahí, dispuesto sólo para que uno se deje llevar por ello,
aunque, si lo necesita, también puede entretenerse tirando de los hilos para
descifrar su propio sentido, que siempre será suyo, del receptor.
Cuando leo tu explicación de qué es la hiperstición, es decir:
" la superación de la superstición, la profecía autocumplida por el
ensalmo del hype, elementos
de ficción que se abren paso a la realidad factible… En el principio fue el
verbo, sí, pero el verbo refería a algo; refería a una arquitectura que, verbo
mediante, se autorrealizó en un discurso performativo que se bautizó a sí mismo
como realidad..." Lo cierto es que no
puedo dejar de pensar en las teorías de Rupert Sheldrake sobre los campos
mórficos, los registros akásicos o Jung y el inconsciente colectivo, pero
también, una vez más, Burroughs y su teoría del lenguaje como virus. Quizás yo lo
esté confundiendo ¿Podrías sacarme de la duda?
No, no te
estás confundiendo. Es evidente que las tesis de la teoría de la hiperstición
tienen una relación directa con lo que mencionas, en especial con gran parte de
las ideas de Burroughs. La diferencia estriba, a mi entender, en que las
propuestas del CCRU (Cybernetic Culture Research Unit, el colectivo de
filósofos y artistas que dio forma original al concepto) y las de los que hemos
venido detrás, condensan todo eso y algunas propuestas extremas más (como
las disolución del correlacionismo impulsada por Meillasoux, el esquizoanálisis
de Deleuze-Guattari o la cibernética) en una ontología muy, muy útil a la hora
de afrontar la teoría cultural contemporánea.
“Pensar la
ancestralidad nos lleva a pensar un mundo sin pensamiento, un mundo sin
donación de mundo. Estamos, en la obligación, entonces, de romper con el
requisito ontológico de los modernos según el cual ser es ser un correlato”. Esta es una cita de
Meillasoux ¿Cómo se piensa un mundo sin pensamiento?
Meillasoux
se refiere ahí a que la modernidad tiene el prejuicio de que en la
ancestralidad existía un mundo sin pensamiento, y que el pensamiento sólo
depende del fenómeno Kantiano, de la atribución de objeto por parte del sujeto,
y que esto es un error fundamental ya que sí había pensamiento aunque no fuese
correlacionado ni jerárquico, sino más bien monista y de objeto a objeto
en lugar de mente a objeto. Un mundo sin donación de mundo.
Cuando Meillasoux aboga por un mundo sin pensamiento está llamando a
aprovechar la construcción metafórica para plantear una nueva ontología a
partir de él.
Meillasoux llama ancestral “a
toda realidad anterior a la aparición de la especie humana” y archifósil a
los “materiales que indican la existencia
de una realidad o de un acontecimiento ancestral; anterior a la vida
terrestre”. De algún modo todo ello me remite a las teorías de Owen Barfield
sobre la construcción de la consciencia humana cuando se pregunta algo así como ¿Cómo era el mundo antes de que
el ser humano habitara ese mundo y lo construyera según sus sentidos? ¿Qué te
parece?
Barfield
era esencialmente un antroposofista, y tengo muchos problemas con la mayoría de
sus planteamientos (si bien estoy muy de acuerdo con su idea de reencantar
el mundo, aunque para mí el reencantamiento requiere, primero, superar el
antropocentrismo y ahí volvemos a estar en profundo desacuerdo), pero es cierto
que coincide con Meillasoux en la formulación de alguna clase de objeto, aunque
sea sólo teórico, que nos permita delinear aproximadamente una realidad
anterior a la inferencia de lo humano. Es un tema complejo, ya que para
formular ese objeto, otra vez tenemos que recurrir al prejuicio de lo humano
sobre algo que es prácticamente inconcebible desde esa posición... Sinceramente,
no puedo darte una respuesta clara, hay demasiados factores en danza...
¿Podrías citar algún ejemplo de hiperstición con respecto a tu
propia obra? Philip K Dick contó cómo algunos ejemplos de lo narrado en sus
relatos o novelas fueron después vividos por él mismo.
No sé
hasta qué punto lo que Dick decía haber vivido tiene relación con la
hiperstición. Un Objeto Hipersticioso es algo que cristaliza en lo real por el
modo en que un hecho cultural completo o, como mínimo, una masa suficientemente
crítica de personas, se acerca a ello, lo ritualiza y luego lo hace real. Las
experiencias personales... Pues son eso, personales, que quizá tienen más que
ver con la sincronía, como lo expresaba Jung, o directamente con la actividad
mágica; y de esto sí cuento con varios ejemplos, como el haber topado en la
calle con personajes salidos directamente de una ficción escrita por mí o el
haber previsto, sin pretenderlo, sucesos que semanas o meses más tarde
acontecen a la vista de todos. Pero, como te decía, esto lo entiendo más bien
como una especie de efecto secundario del hecho de practicar magia y dedicar
gran parte del día a jugar con lo supuestamente imposible, hundido hasta las
rodillas en las corrientes del éter y la ficción.
¿Serías capaz de definir en pocas palabras de qué va eso del
realismo especulativo?
Rápido y
fácil, definiría el Realismo Especulativo como una escuela filosófica de
novísimo cuño que pretende superar el duradero estancamiento de la filosofía
occidental en las formas kantianas, a partir de disolver la correlación entre
objeto y sujeto, recuperar el estudio de lo noumenal y esquivar el
antropocentrismo, sirviéndose para ello de la Ontología Orientada a Objetos,
que es un desentrañar la realidad psíquica específica de los objetos y sus
relaciones, entendiendo como objeto desde una mesa, un libro o una silla
a un sistema de creencias o una religión, un animal (humano o no), una curva
espacio-temporal, el lenguaje, una idea... Todo es objeto, con un núcleo
líquido de sentido intrínseco inaprensible, y lo único que podemos saber de
ello es a través de sus relaciones con otros objetos, que además, para nuestra
limitada capacidad de entender (como objetos que somos), no son más que
metáforas.
¿Esas relaciones se darían como un complicado plan o, por el
contrario, sin plan en absoluto?
En principio, sin plan
en absoluto. Se dan y ya está. Forman redes de agencia y configuran lo que
entendemos por realidad.
Sueles reivindicar al filósofo y escritor iraní Reza
Negarestani. En las reseñas a su obra Ciclonopedia, no son pocos los que unen
los nombres de Lovecraft, Georges Bataille ("de quien el iraní toma la leche para trocarla por combustible")
y aun Deleuze y Guattari, junto a Dick y otros,
pasando por una nueva relectura del El
corazón de las tinieblas ("horror
kurtziano"). Evidentemente son palabras de otros sobre la obra de un
tercero, pero a mí no deja de llamarme poderosamente la atención la unión de
los nombres de Lovecraft y Bataille y su pensamiento poderoso ¿Es descabellada
esa unión o por el contrario hace sentido?
En
Negarestani se dan tan a menudo y de forma casi natural esas uniones en
principio descabelladas, que llega a asustar. Ciclonopedia es un libro
precioso en su extrañeza, un tratado metafísico que funciona como una novela de
Horror Cósmico y también como brutal ensayo geopolítico. Cualquier cosa que se
diga de él se queda en una descripción cortísima; hay que leerlo,
experimentarlo.
La Cosa (John Carpenter) y El Exorcista, tanto la novela de Blatty
como el film de Friedkin, pero sobre todo Pazuzu, rey de los demonios del
viento de las mitologías asiría y sumeria aparecen también en la obra de
Negarastani. Pazuzu se alimenta de arena ¿Qué representa un ente que se
alimenta de arena? ¿Es un Primigenio, un Profundo?
Entendida
de forma ciclonopédica, la arena, en concreto la del desierto, es un depósito
de pensamiento humano, en cada grano está grabado el ADN del total de las ideas
que la humanidad ha tenido, tiene y tendrá jamás, por tanto Pazuzu sería un
ente Primigenio, el Monstruo al final de la Historia que está ahí para
devorar lo que él mismo ha ido aderezando de la teoría de la Hiperstición.
¿Nos conformamos con una realidad consensuada? ¿Qué ventajas
ofrece esta?
Si hay
una realidad es consensuada, es porque la hemos consensuado entre todos. Por
tanto, no nos conformamos, sino que consensuamos y luego, obvio,
debemos operar en mayor o menor grado dentro de ese consenso. Cada vez parece
más evidente que no hay una sola realidad, ni siquiera múltiples realidades
finitas, sino que o bien formamos parte de un intrincadísimo sistema de
realidades infinitas e infinitamente mutables, o bien no hay nada a lo que
podamos llamar realidad y sólo existe lo que consensuemos.
Las
ventajas que pueda esto ofrecer son las de cualquier otro consenso, el permitir
cierto flujo de información y el armar un hecho sobre el que construir algo. Si
únicamente eso ya vale para la mayoría, pues así seguirá siendo la realidad.
Consensual. Algunos, sin embargo, no estamos conformes, buscamos escarbar más
allá, y por eso tratamos de buscar y presentar alternativas que desajusten ese
consenso o, en su defecto, analizarlo hasta que la éste se desajuste por sí
mismo y, con suerte, lleguemos algo mucho más dúctil, súper-relativo, o
aceptemos de una vez por todas la nada absoluta.
¿Qué hay de aquellos que se conforman? ¿Son estos los que piensan una vida sin pensamiento (por
aquello de la aceptación sin reproches), que lo dudo, o a su modo no hacen otra
cosa sino contarse un cuento para aliviar sus conciencias?
Lo
segundo, obvio.
El escritor de ciencia ficción Tim Maughan vino a decir en una
entrevista algo así como que si hemos vuelto nuestros ojos al pasado es porque
ahora sabemos que el futuro, -ese que un día nos dijeron que nos pertenecía a
los occidentales-, ya no es nuestro, es de otros. De hecho parece una
constante, desde ciertos estamentos de poder como la industria del
entretenimiento o la misma política, el interés por la repetición que anula o
niega el tiempo, es decir, el avance de este, como si patináramos sobre el lodo
y esto fuera lo ideal porque no hay dónde ir. Además, todo ello, aderezado de
una continua infantilización que prende en el pensamiento colectivo y que hace
muy difícil el avance de las ideas. ¿Qué opinas sobre ello?
Tenemos
un problema muy serio con el estancamiento conceptual y la nula perspectiva de
futuro. Como digo en Homo Tenuis, da la sensación de que ya no
vamos hacia el futuro, sino que estamos quietos, paralizados en una especie de
shock a causa de la aceleración ambiente y de la forma enrevesada como se nos
muestra el mundo a causa de ello, y es el futuro el que nos está siendo lanzado
hacia atrás desde un eje hipotético fuera de nuestro alcance, de manera que se
diría que ya sólo sabemos gestionar esos impactos puntuales y poco más. Y
sospecho que esto se da por habernos abandonado a una idea de progreso
impuesta por intereses espúreos; es evidente que la técnica (la tecnología, la
medicina... si me apuras, el diseño en general...) han avanzado tremendamente,
pero ese avance no ha ido parejo a una mínima evolución del pensamiento, del
planteamiento de cuestiones de fondo enfocadas a que la mente se mueva en
paridad con el cuerpo y el contexto, de forma que ese progreso es apenas
material y queda en manos de tecnócratas y estrategas a los que ya les viene
bien que sólo se mueva lo tangible y que esto atropelle al máximo de población
posible, que parezca imposible hacer ningún tipo de prospección que no lleve al
fracaso, para que el orden establecido no se mueva lo más mínimo.
A este
respecto, flaco favor hacen declaraciones como esa de Maughan, ese encogerse de
hombros y soltar una supuesta e interesadísima evidencia, dejarlo todo en manos
de Los Otros. A mi entender, el papel del artista en el ahora mismo,
cada vez más, debería ser el de encarar el momento, biopsiar el tejido
conectivo del presente, proponer vías de escape y hacer lo posible por
recuperar esa paridad que te comentaba y forzar la evolución.
Por supuesto que existen una cierta resistencia, pero hasta ésta
parece exhausta. No somos capaces de ver aquello que dijo Gurdjieff: "Aquel
que se ha liberado de la enfermedad del mañana, tiene la oportunidad de obtener
lo que vino a buscar aquí." Sería una buena manera de darle una vuelta
al asunto ¿No crees?
Lo cierto
es que no. Puede que eso sirviese para Gurdjieff, al que no le tocó vivir en un
tiempo hipernormalizado, en el que la inmensa mayoría de la población
mundial está atravesada de un sistema comprendido por cientos de subsistemas
que le son del todo ajenos y sumida en un simulacro espectacular, cortoplacista
y nostálgico, en el que los cuerpos y las mentes no tienen más valor que el
representativo dentro de estructuras económicas cada vez más sutiles (que no
son sólo economías monetarias sino también simbólicas, afectivas y
sensoriales), que entiende la Historia como algo encapsulado y se maneja cegada
a las corrientes de lo que no sea, como decía antes, lo material-factible. Sé
que Gurdjieff se refería a abandonar las promesas de vida ultramundana, pero
desde donde estamos ahora, esa frase bien podría leerse como un tópico zen para
justificar el carpe diem y el ningún tiempo fue ni será mejor, no
demasiado distinto de precisamente lo que está vendiéndote hoy mismo cualquier
publicista desde cualquier marquesina.
Si hay
una enfermedad cultural a la que prestar atención ahora mismo y a la que
resistir, esa es la afección múltiple impuesta por el momento, la del cáncer de
la nostalgia, las ansiedades por la absoluta falta de porvenir a medio-largo
plazo, el síndrome de inmunodeficiencia adquirido de la publicidad y la
propaganda institucional, y la depresión plantada entre lo que conocemos y
nuestra mismísima capacidad de conocer.
Yo no estoy tan seguro de que Gurdjieff quisiera referirse al
abandono de las promesas de vida ultramundana, que pudiera ser, sino, más bien,
a la construcción de una consciencia más consciente
(si se me permite la redundancia) e integrada, inmersa, en el momento presente,
dotar al individuo de unos mecanismos otros de comprensión de la consciencia.
¿Qué opinas?
Insisto
en que me parece una forma de pensamiento obsoleta y bastante ingenua, vista
con los ojos del ahora mismo. Como insisto en las condiciones de la hipernormalización:
ciertas partes interesadas (las grandes fuerzas políticas transnacionales de la
Guerra Fría, los ideólogos de Silicon Valley, los conglomerados económicos que
conforman los Mercados...) ya se
apropiaron en su día de las herramientas para esa dotación de mecanismos
otros de comprensión de la conciencia, las arrebataron a gente como el
mismo Gurdjieff, Reich, Watts o Steiner,
han jugado con ellas a conveniencia de sus intereses hasta deformarlas y
mira dónde estamos ahora, cuando nos las han devuelto tan hechas polvo que
prácticamente no sirven ya ni para la autoayuda.
¿Por qué nos es tan difícil hacernos cuenta del momento
presente, de aquello que nos rodea?
Principalmente,
por falta de atención. Y esto está muy relacionado con lo que comentaba antes
al respecto de las coerciones de la propaganda y la publicidad, y la
imposibilidad aparente de plantear prospecciones eficaces.
¿Y esto nos hace preferir una huida hacia un pasado
convenientemente idealizado? ¿Preferimos lidiar con fantasmas?
Esa es la tesis de la hauntología. Y claro
que eso conduce inexorablemente a la nostalgia. De rebote, también a, en cierto
modo, matar el futuro.
Todo esto es simplemente desarrollar los mecanismos de los que hablaba de
forma general en la pregunta sobre el futuro.
La nostalgia, el efecto Yo fui a EGB, un paseo inocuo y
pernicioso por aquello que fue, convenientemente sublimado. Sin embargo, a mí
me parece que bien puede uno recurrir a ese pasado para alumbrar el presente,
siempre y cuando uno sepa jugar con el sentido del tiempo, destruyéndolo, como
un mago ¿Qué crees sobre ello?
No estoy en contra del pasado, ni mucho menos. Sería una estupidez. No
estoy en contra de revisarlo, reformularlo e, incluso, volver a él, atender a
las normas del tiempo circular y demás. En esencia, hacer lo que comentas. Es
necesario para ubicar el presente y una de las mejores herramientas con las que
contamos a la hora de hacer prospección. Pero eso no es nostalgia. La nostalgia
es, de hecho, la deformación obsesiva y tóxica de eso, convertir el pasado en
una suerte de veneno dulce pero muy tóxico, que paraliza el presente y, de
nuevo, mata el porvenir.
Me
da la sensación de que, a pesar de las condiciones de democracia casi universal
y por lo tanto de libertad de elección, mucha gente se conforma con la elección
de un gusto medio, del gregarismo y de la renuncia a la construcción de una
mitología propia. Sin embargo, al enfrentarme (o introducirme, o aceptar el
reto) en tu obra tengo la sensación de todo lo contrario: de un esfuerzo
radical por derribar viejos y ajados mitos y construir tu propia mitología. ¿Es
este un acto consciente?.
Del todo.
Mi propuesta de solución a las cuestiones que hemos tratado en las últimas
preguntas es justo esa, el plantear nuevos imaginarios y formular nuevas
mitologías, demostrar que no hemos perdido esa capacidad de encantar el mundo a
pesar de haber sido atravesados por todo lo que hemos sido atravesados.
De hecho estoy convencido de que la principal razón de ser de
todo creador es la de construir su propia mitología que ofrezca nuevos planos
al lector. El creador vs el poblador. Y todo creador, a mi modo ver, se sitúa
en una de estas categorías: vidente, médium o mago. ¿Dónde te situamos a ti?.
Si tengo
que escoger, me quedo con la de mago. Que, además, contiene en ella a las otras
dos.
Yo, desde luego, te sitúo en la categoría de mago. ¿A qué tipo
de rituales te entregas o practicas? ¿Topografía profunda? ¿Qué técnicas de
trasformación de la realidad?
Últimamente,
quitando los ejercicios, digamos, cotidianos, de meditación y
manipulación del sueño lúcido, casi toda mi práctica mágica está centrada en la
escritura, en el uso de técnicas con las que alcanzar el estado alterado de
conciencia necesario para volcar en la página lo que me traiga de la alteración
misma.
La
topografía profunda, esa especie de derivada radical de la psicogeografía, ya
ni siquiera la veo como una técnica, sino mi forma personal e íntima de
relacionarme con mi entorno. Algo del todo interiorizado. A estas alturas ya no
sabría caminar sin que una parte de mí tienda ligamentos hacia el territorio y
reciba las peculiares retroalimentaciones del sitio.
Un poco más arriba he dicho condiciones
de democracia casi universal para introducir la pregunta que quería
hacerte. Sin embargo es un concepto que después de leerlo tan solo se me antoja
como la plasmación de un monstruo sin forma ni materia, -pero no por ello menos
real y asfixiante- más terrible aún en cuanto que el común de los mortales
desconoce contra qué ha de luchar. ¿Es aquí donde se incrusta la necropolítica,
como ese monstruo sin forma (como el petróleo, valga la similitud)?.
La
necropolítica tiene más que ver con lo que comentaba antes, con cómo eso que
llamamos Sistema ha conseguido llevar la biopolítica a un punto en el
que los cuerpos y las mentes son, por un lado, patologizados a fondo y, por
otro, susceptibles de ser eliminados sin miramientos como factores residuales
de cualquier gran ecuación que quiera imponerse.
En cuanto
a la democracia, o al menos tal como se entiende ésta desde el hallarnos
atravesados por ese Sistema, efectivamente, es un monstruo, una
aberración del pensamiento que sólo podía surgir de las cloacas del humanismo,
el maquillaje precioso para la plutocracia a la que nos encontramos sometidos
ahora mismo, como lo fue antes para la oligarquía y, a poco que nos
descuidemos, lo será para la dictadura algorítmica a la que parecemos estar
abocados.
¿Puedes desarrollar el concepto de dictadura algorítmica? Me parece muy interesante.
Es algo
que emana de una de las tesis del Manifiesto Chtulhuceno de Donna
Haraway, cuando se refiere a que el Antropoceno, la era geológica
determinada por cómo la humanidad ha reformado el planeta a su antojo, ya pasó
y lo que habitamos ahora es el Capitalonceno, en la que es el Capital
mismo el que está dando forma a la Tierra mediante las rutas comerciales, la
eliminación de espacios de refugio para el resto de seres vivos y las
infraestructuras necesarias para las redes informáticas, y que ya no requiere
de lo humano más que como mano de obra y mantenimiento, como elemento casi
accesorio que el Sistema, completamente algorítmico, usa en forma de
bloques de datos o factores con los que implementarse.
El poeta francés René Daumal, a través de ejercicios de
respiración yóguica, podía llegar a estados cercanos al de la muerte. Eran
experiencias cumbre que tan solo era capaz de reproducir en estado de vigila
gracias a las drogas o a la práctica de la ruleta rusa (como también hacía
Graham Greene). Desconozco que Daumal desarrollara una parálisis del sueño,
como te ocurre a ti, como casi un efecto secundario de los ejercicios de sueño
lúcido, como así afirmas en tu conversación con Nick Papadimitriou. ¿Te sigue
sucediendo? ¿Obtienes algún tipo de sabiduría esa experiencia cumbre y el
contacto con esas criaturas que surgen de la pared?
Sí, sigo
sufriendo episodios de parálisis del sueño cuando voy un poco demasiado más
allá de lo sano en mis ejercicios de sueño lúcido, pero he conseguido en cierto
modo hacer las paces con la experiencia; me obligo a mí mismo a considerar lo
que pasa como un efecto necesario, que me ha enseñado muchísimo a gestionar mis
miedos, incluso los irracionales. Ahora considero que hay algún tipo de Verdad
inherente a lo que pasa y lo que uno ve durante la parálisis, algo
apocalíptico, en el sentido de corrimiento de un velo, que puede
interpretarse como un vistazo preclaro a otro nivel de realidad, y desde ahí lo
afronto, trato de observar y aprender (si es que hay algo que aprender),
escuchar a esas criaturas (si acaso en algún momento dicen algo) y pensar qué
hacer con esa información.
Quizás no lo recuerdes, pero en cierta ocasión comentamos sobre
la fuerza de la proyección mental, y dentro de ello, sobre la posibilidad de
que las masturbación dirigida pudiera ejercer una influencia similar sobre el
objeto de deseo al existir un momento en tal práctica que el subconsciente se
libera y parece penetrar o visualizar más claramente ese mismo objeto o escena.
Entonces me dijiste que habías experimentado sobre ello y que habías confirmado
que, en efecto, ocurre. Luego dijiste que en cuanto tuvieras tiempo me
contarías más. ¿Tienes tiempo ahora y quieres compartirlo con los lectores?.
Lo
recuerdo, sí.
Pero la
explicación implica a terceras personas, y no sé si les haría mucha gracia que
fuese largando cosas que tienen tanto que ver con la esfera íntima en una
publicación como esta.
¿Qué hay de tus aportaciones al cine?
Por el
momento, soy responsable del guión de Nuestra amiga la luna, un extraño
cortometraje dirigido por Velasco Broca y que ha tenido muy, muy buena acogida
en el circuito de festivales (llegando a ganar en la pasada edición del
Festival Internacional de Málaga, a llevarse el premio a Mejor Obra de
Vanguardia en el Festival de Cine de Buenos Aires, y ser seleccionado para su
proyección en sesiones especiales en Sitges, Locarno, New York y Los Angeles),
he escrito otro par de guiones que aún están en el cajón de alguna productora y
ahora estoy trabajando en un nuevo largometraje.
Y hablando de cine: sé que eres fan del cine de superhéroes
(aunque quizás no todos, claro) y del cómic en general. ¿No es un poco
contradictorio que un poeta como tú se sienta atraído por los superhéroes? Me
explico: al fin y al cabo los superhéroes, -como yo lo veo-, a pesar de sus
prodigiosas facultades, son los garantes de un sistema que los fuerza y los
somete (no en vano ese mismo sistema es su inventor, el padre de la criatura),
mientras que el poeta, en su vertiente luciferina, Baudelaire y, sobre todo,
Rimbaud querían transformar la vida. Lo cual es una gran diferencia. De algún
modo es como si el propio Zaratustra garantizase las risas de aquellos que
reían como monos. ¿Qué observas tú de interesante en el universo de los
superhéroes?.
Entiendo
lo que quieres decir, pero no estoy del todo de acuerdo. Una faceta de los
superhéroes es, efectivamente, la de garantes de cierta imagen del Sistema,
pero con el tiempo también se han convertido en arquetipos recurrentes de la
cultura que habitamos y de la que no podemos desligarnos absolutamente (porque,
insisto, todos estamos atravesados de Sistema); esa doble condición me
parece interesantísima, y me gusta simplemente comprobar qué depositamos,
aunque sea de forma secundaria, en esas figuras, en esas formas de ficción tan
codificadas.
Te muestras muy activo en las redes sociales. A veces vehemente
contra cierta visión obtusa de lo vital y en otras muchas ciertamente dadivoso
con otros autores contemporáneos españoles. ¿Es esto una manera de resistencia y participación, además de
tu colaboración en media docena de
plataformas de investigación y activismo, según tus propias palabras?
Entiendo las redes
sociales como un espacio en el que opinar, y como tales las uso. Sin más. Y mi
opinión a veces puede ser vehemente y otras dadivosa, sí, y otras tantas puede
resultar una estupidez, un pensamiento cazado al vuelo y en absoluto madurado
o, como hago en la mayoría de publicaciones en redes, una pista o un adelanto
de aquello en lo que estoy trabajando, aunque sólo sea en el momento más
embrionario y conceptual.
Esta es una forma muy
pequeñita de resistencia, sí, o eso creo. Pero es que tal como estamos y donde
estamos, cualquier cosa que uno haga desde lo ideológico-constructivo acaba al
poco derivando en un acto legítimo de resistencia. También estoy metido en
iniciativas vecinales y anarquistas relacionadas con la reformulación cultural
del territorio, colaboro con plataformas futuristas y de prospectiva, así como
colectivos tecnochamánicos (esas plataformas de investigación y activismo
que citas)... Las cuales entiendo como una forma de resistencia aún más activa,
a medio camino entre, como decía, la opinión más o menos acertada y proactiva y
el acto activo absoluto que para mí es el escribir lo que escribo de la forma
en que lo escribo.
Para
acabar, me gustaría pedirte una serie de lecturas que según tu opinión podrían
haber clausurado el siglo XX y otra de las que creas que pueden ser una buena
guía para comprender este siglo XXI
Grosso modo,
tengo la impresión de que literariamente el siglo XX aún no se ha clausurado,
pero señalaría intentonas más que destacables como «Deseo» u «Obsesión», de
Elfriede Jelinek , «Slow Chocolate Autopsy», de Iain Sinclair, «La insólita
reunión de los nueve Ricardo Zacarías», de Colectivo Juan de Madre, «Pattern
Recognition», de William Gibson, «Contexto: Material», de Birgitta Trotzig o
«Rompiente», de Jorie Graham.
En cuanto a lecturas
que podrían ser una buena guía a la que aferrarse para al menos no perderse del
todo en el ahora mismo, recomendaría «La herida en la lengua», de Chantal
Maillard, «Fenomenología de la imago», de Albano Cruz, «GENEDUB», de Kenji
Siratori e, imprescindible, «Ciclonopedia», de Reza Negarestani.
Muchas gracias a
Francisco Jota-Pérez por sus amables e interesantísimas respuestas.
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